domingo, 18 de septiembre de 2011

JACK Y LA LUZ DORADA - por Dana Mrkich

Traducción: Margarita López - Edición: El Manantial del Caduceo - http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.html

Había una vez un hombre llamado Jack. Jack era un hombre maravilloso con una increíble luz dorada en su interior. Él no podía ver esa luz dorada ni sabía que estaba dentro de él, pero sabía que existía, porque podía sentirla llamándolo. Sabía que ésta contenía todos los secretos que necesitaba saber acerca de quién era él realmente, y por qué estaba realmente aquí. Contenía la llave que abriría la puerta a todo lo que su corazón deseara, y todo lo que su alma soñara. Él sabía que había algo más en la vida que la realidad que veía a su alrededor. Sentía que había otra forma de vivir, y estaba decidido a encontrar esta nueva forma.

Jack sabía que la luz dorada le ayudaría, así que se puso en camino para buscarla. Se encontró con muchos grandes monstruos aterradores y bosques oscuros, pero aún así siguió andando. Se encontró con muchas personas maravillosas que hablaban todas de esta luz dorada, así que eso sólo hizo que quisiera encontrarla aún más.

Cuanto más se acercaba a encontrar su luz, más intensamente sentía sus sueños más elevados y sus miedos más profundos. Su mayor miedo era que sus increíbles sueños no llegaran a suceder, que fueran una ilusión, o que desaparecieran una vez recibidos.

Su preocupación le hacía dudar de lo que su corazón sabía. ¿Y si todo fuera una ilusión? ¿Y si la luz dorada no existe? ¿Y si los sueños no se hacen realidad? Se cuestionaba él mismo: “¿Qué tal si estoy en busca de nada? Todos en mi viejo pueblo me dicen que sólo debería conseguir un trabajo normal y que las almas gemelas que vivieron felices para siempre sólo existen en los cuentos de hadas. ¿Y si están en lo cierto?”

Jack estaba muy confundido y cansado. Se había encontrado con otra colina más, y ya no sabía si tenía la fuerza para escalarla sólo para quedar decepcionado otra vez. Se sentó en la base, con la cabeza entre las manos. ¿Qué hacer? Mientras estaba sentado allí vio una gran sombra descendiendo frente a él cubriendo la colina. Esta sombra era el Miedo. Ésta contenía todos los obstáculos del camino para él subir a la cima de la colina y ver de una vez por todas lo que había en el otro lado. Contenía las partes de él que no confiaban en su propio conocimiento interior innato. Contenía las partes de él que habían seguido antes a su corazón y fueron lastimadas. Contenía todas las creencias que decían: “En realidad no te mereces esto. ¿Qué dirá la gente? ¿Qué pensarán? ¿Y si estoy cometiendo un error??” Contenía mucha culpa y autocrítica.



Jack miró al Gran Miedo y supo que había llegado a una encrucijada. Una parte de él sentía que sería mucho más fácil dar la vuelta y olvidarse de las aventuras que lo llamaban desde el otro lado de la colina. Sin embargo, tenía un sentimiento persistente en su interior. ¿Y si sus visiones fueran reales? ¿Y si sus sentimientos fueran verdad? ¿Y si su corazón tenía razón y estaba tratando de apuntarle su dirección correcta? ¿Y si no estuviera más que a unos pasos de su destino? Miró a lo alto de la colina una vez más. ¿Y si sus sentimientos estuvieran equivocados y no fuera lo que él pensaba que sería? Su mente estaba activa como siempre. Sin embargo, el corazón, el corazón de luz, le susurraba, “Pero, ¿y si estás en lo cierto? ¿Y si es todo lo que has imaginado?”

En ese momento, la gran sombra que era el Miedo le habló. El Miedo dijo estas palabras: “Si quieres lo que deseas, tienes que pasar a través de mí. No puedes deshacerte de mí. Sólo puedes pasar a través de mí.”

Jack estaba asustado. Le dijo al Miedo, “¿Cómo puedo pasar a través de ti? Tú eres tan grande, y está tan oscuro ahí. ¿Y si me pierdo y nunca encuentro la salida? ¡Y entonces no estoy ni aquí ni allá! ¡Creo que tú eres una señal de que me debo quedar aquí!”

El Miedo se echó a reír. Él sabía cuál era el camino para pasar a través de él, pero nunca se lo diría a Jack. Disfrutaba mucho del poder que tenía sobre la gente.

Afortunadamente, en ese momento salió el gran Sol. Él portaba la energía de la Luz y pensó que era hora de que Jack recibiera un mensaje que necesitaba oír. Le dijo a Jack: “El camino a través del miedo es usar tu luz.” Jack se rió: “Sí, yo sé, el único problema es que me está resultando difícil encontrarla.” Y el Sol también se rió y dijo: “Oh Jack, mira dentro de ti. La luz está dentro de ti. Es como una antorcha que brilla muy intensamente. Está encendida en este momento, sólo tienes que darte cuenta de eso.” Jack miró hacia dentro y efectivamente, ¡había allí una gran luz resplandeciente! “¿Cómo fue que no vi esto antes?”

El Gran Sol tenía unas palabras de sabiduría. Dijo: “El camino a través del miedo es saber que la luz en tu interior va a guiar tu camino. No tienes que ver todo el camino delante de ti. La luz es apenas lo suficientemente grande como para que puedas ver uno o dos pasos por delante de ti. Y ésa es toda la luz que necesitas. Da un paso a la vez, y la luz seguirá guiándote hasta que hayas atravesado el miedo, y entonces te encontrarás a ti mismo en lo alto de la colina y verás qué cosas tan maravillosas hay para ver allí.”

Entonces, Jack tenía una opción. Emprender este gran viaje a través del miedo, sabiendo que tenía su confiable luz dentro de él, que nunca podía atenuarse ni nunca apagarse, sabiendo que el viaje a través del miedo no tomaría mucho tiempo. Una vez que el Miedo sabe que uno está caminando a través de él, pierde su desafío y la sombra comienza a disiparse. Entonces el Miedo se irá, buscando a alguien más a quien echarle su sombra. El Miedo sólo es tan grande como el poder que le damos. Jack también tenía la opción de no pasar a través del Miedo. Pero él no vino aquí a la Tierra para dejar que le gane el Miedo.

Así que invocó a todos sus ancestros y guías, y pidió: “Por favor, estén conmigo mientras paso a través del miedo.” Porque el miedo es algo que uno tiene que atravesar por uno mismo, pero no tienen que estar solos. Y no lo están.

Empezó a hacer el viaje, y debía admitir que todavía estaba un poco asustado. Pero algo más comenzó a agitarse dentro de él. Emoción. Adrenalina. La energía dentro de él que era un guerrero espiritual comenzó a activarse. Con cada paso empezó a creer en sí mismo más y más. “Yo puedo hacer esto”, pensó. “¡Yo puedo hacer esto!!” Al empezar a caminar más rápido, el Miedo no estaba muy contento y comenzó a burlarse de él más y más, diciéndole lo estúpido y equivocado que estaba, diciéndole que no habría nada más que problemas esperándole una vez que subiera la colina. Pero Jack ya no estaba en las garras del Miedo. Su luz interior estaba brillando radiante ahora, llevándolo cada vez más y más rápido a lo alto de la colina. Sus guías y ancestros estuvieron con él a cada paso del camino, animándolo: “¡Puedes hacerlo, tú puedes hacerlo!”

Al correr más rápido ocurrió algo extraño, ¡empezaron a brotarle alas de los hombros!! ¡Corría tan rápido ahora que sus pies casi no tocaban el suelo! Entonces, de repente, zooom, ¡estaba volando!! ¡No lo podía creer!! ¡Estaba remontándose en el aire como un pájaro!! Se sentía tan libre, tan feliz, tan liberado. ¡Era la sensación más maravillosa del mundo!

El Miedo quedó atrás, de brazos cruzados, “Grrr, otro se escapó.” Sin embargo, en secreto, el Miedo sonreía; estaba feliz por Jack. No mucha gente sabía esto acerca del Miedo, pero en realidad él existía para empujar a la gente a su máximo potencial. Con cada liberación, con cada par de alas que brotaba, el Miedo se daba una palmadita en la espalda. “Sí, yo hice eso”, se decía a sí mismo. El Sol siempre volteaba los ojos. Todo el mundo sabía lo grande que era el ego del Miedo. Pero ellos le seguían la corriente. Porque ¿dónde estaríamos sin él? ¿Cómo podría alguien conocer el alcance de su valentía, su fuerza, su fe, su confianza y fe en sí mismos, si no fuera por el Miedo bloqueando su camino, obligándolos entonces a ir hacia dentro y encontrar su Luz?

Al remontarse Jack por los cielos, miró hacia abajo y pensó: “Bueno, aquí va, ahora es el momento en que puedo descubrir para qué ha sido todo.” Miró hacia abajo y su corazón saltó de alegría y suspiró con alivio. ¡Había un reino increíble! Contenía la acogedora casa de sus sueños, un montón de herramientas para crear cualquier cosa que quisiera, muchos espíritus afines ya ocupados creando su parte en esta nueva realidad increíble, y allí en el centro de la pradera había una hermosa princesa esperando por él, agitando los brazos, diciendo: “¡Apúrate, apúrate, desciende, hay tanto que hacer!” Él se elevó por los cielos un par de veces más, antes de descender hacia ella. “¿Cómo llegaste hasta aquí?”, preguntó él. “¿Cómo sabías que me encontrarías aquí?” La princesa sonrió y dijo: “Porque tengo lo que tú siempre has tenido, la luz interior que me dijo qué camino seguir.”

Jack y su amada princesa pasaron sus días con mucha diversión y aventura. Viajaron a muchos reinos. Compartieron su historia con mucha gente. Les decían a todos: “Así como nosotros tenemos una luz, tú también tienes una. Mira hacia dentro, ahí está, y va a guiarte.” Todo estaba bien en su mundo, y vivieron felices para siempre.


© Dana Mrkich 2011. Se concede permiso para compartir libremente este artículo con la condición de que se dé crédito al autor, y se incluya la dirección www.danamrkich.com.

Con la debida autorización de Dana Mrkich, su material traducido al español se puede descargar en archivo Word desde el sitio creado en http://www.manantialcaduceo.com.ar/dana_mrkich/visiones.htm


Con Amor, Fabiana